– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

domingo, 20 de julio de 2014

Bola y yo


Cuando Bolita llegó a casa, con apenas dos meses, le encantaba sentarse a mirar entre divertida y hechizada cómo hacía la cama. Yo entonces la subía, y jugábamos entre las sábanas y el nórdico un buen rato, hasta que la bajaba y terminaba de hacerla. Al mes ya se subía sola y se dedicaba con esmero a intentar dehacer lo que yo iba haciendo con sus patorras y dientes de leche...y así, sin darnos cuenta, se convirtió en un ritual diario. Cada mañana, sin excepción, aparecía veloz desde cualquier punto de la casa al sonido de la primera sacudida de las sábanas, y cada mañana, sin excepción, yo tardaba un mínimo de diez minutos en hacer la cama entre mimos, e incluso perfeccionamos el juego: no menos de dos o tres veces le decía que se baje, a lo que ella respondía tumbándose cuan larga era, y mirándome desafiante con una sorisa en el hocico. Bola tiene ya dos años,y se ha convertido en una hermosa chuchaza con algo de mastina que pesa más de 30 kilos. Por cosas de la vida yo llevo medio año sin vivir con ella, y me consta que con su padre no lo hace, juega a otras mil cosas, pero a ésta no. 
Pues bien, esta semana me he quedado a su cargo, y lo primero que ha hecho cuando he empezado a sacudir las sábanas, es venir desde el jardín como alma que lleva el diablo y subir esos más de 30 kilos de desgarbada adolescente a la cama con tanta fuerza, que hasta la ha movido. Me he tumbado a su lado y nos hemos quedado un buen rato abrazadas...ni siquiera el instinto de ir a ladrar junto a sus hermanos al gato archienemigo que se mofa de ellos desde la verja ha conseguido levantarla: irguió la orejas, tensó el cuerpo preparada para ir corriendo, y al segundo se lo pensó mejor y decidió que valía más la pena disfrutar de nuestro viejo juego. ¿Que por qué escribo esto? Porque cuando las almas se conectan da igual a qué ser vivo pertenezcan, porque aún sigo emocionada, y porque amo a mis perros.

1 comentario:

Unknown dijo...

El hecho de que hay gente como tú en el mundo da una esperanza a que un mayor número de animales tengan una gran familia, que sean más personas las que digan ''amo a mis perros''. Eres un gran ejemplo a seguir.
Un cordial saludo Laura. :D