Esta noche, como otras tantas, se desprenden las alitas y así, desnuda y sin saber volar, comienza de nuevo el proceso de adaptación esta vida que sin saber muy bien si es mía, tiene la facultad de no separarse de mí. Aunque no me guste. Aunque para encontrarse en mi espejo me arranque lo mejor de mí.
Esta noche, con el permiso de lo que quise ser voy a ser lo que soy. Y con las alas dobladitas y bien guardadas el cajón más pequeño del armario, sacaré brillo a una sonrisa ya gastada pero con la que no me defiendo nada mal y cómo no, jugaré a ser la princesa de ese cuento que no está escrito.
Las horas que van desde la puesta del sol hasta cuando oficialmente es de noche tienen la facultad de desasosegarme. Es como si asaltara a la cabeza la sensación de algo mal hecho o inconcluso, claro que a base de repetición una ya ha aprendido a que es solo eso, una sensación. Si a esto le añado que hoy hay luna llena, el proceso de adaptación se vuelve cuando menos hostil y la otra yo, la del espejo, se vuelve aun más taciturna y negativa…suerte de esos pequeños detalles que la meten en vereda y me hacen subir a flote lo justo para otra bocanada, que a base de nadar en agua sucia no recuerdo el sabor del mar.
Ésta es una de esas noches, así que si me ves no tengas miedo en pasar de largo, que después de todo, ni siquiera soy yo…