– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?
– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)
sábado, 29 de diciembre de 2012
Diagnóstico con calculadora.
Entre la esterilización de Bola y la pancreatitis de Pumba llevo más de quince días yendo a la clínica veterinaria cada dos por tres. Es una clínica universitaria que está muy bien, en serio. Tienen todos los avances técnicos que uno pueda desear para nuestras bienamadas mascotas y un plantel de médicos y estudiantes/residentes que tratan a sus pacientes con todo el amor y la devoción inimaginables. Sus pacientes...o clientes, según se mire. Porque es una clínica privada. El sistema de pago es el siguiente: entras con tu perro, gato, loro o caballo a consulta, deciden lo que tiene y cuáles serán los posibles tratamientos, y pasas por caja para abonar la fianza aproximada del coste total antes de que comiencen a trabajar. Por ejemplo: si es posible que el animal necesite una ecografía, tú la pagas, y ya cuando le den el alta a tu mascota, se verá si al final fue necesario o no la ecografía y te devuelven la diferencia. Me recuerda mucho al sistema de fichas del póker.
El caso es que sin poner en duda la ética de los médicos, me da vértigo la soltura con la que deciden hacer distintas y complejas pruebas, y lo fácil que les resulta proponerte, por ejemplo, tres días de hospitalización para observación del animal porque, aunque la analítica está bien salvo un pequeño parámetro, es mejor no correr riesgos…dado que se trata de la salud de un ser querido. Claro, para ellos es barra libre. Total, pagas tú. Y tú haces lo que te digan sin rechistar porque para eso tu mascota es uno de los seres que más quieres en este mundo.
Me jode. Me jode muchísimo el conflicto de conciencia que te crean. Me jode muchísimo y me da sentimiento de culpa cuidar a mis perros con la calculadora en la mano y tener que plantearme si alguna prueba vale la pena o no, porque no puedo permitírmela. Y me parece injusto.
En estos quince días, entre la esterilización y la pancreatitis, he pagado más de 700 euros (ayer un señor pagó 2.800 euros por la operación de su caballo…) Gracias a la Virgen me lo puedo permitir…pero ha habido épocas de mi vida en las que no habría podido, y hay miles de familias en este país para los que semejante gasto sería impensable. ¿Qué haces? ¿Abandonas a tu mascota en una cuneta? ¿La regalas? ¿La dejas morir de su enfermedad?
Todo esto ocurre mientras en Madrid el PP acaba de aprobar la privatización de la sanidad para humanos (jugando al apalabrados, dicho sea de paso) haciendo oídos sordos a las protestas y manifestaciones de miles de ciudadan@s y lo que es más importante, del colectivo trabajadores de la sanidad pública, que son los que de verdad saben lo que nos estamos jugando.
No puedo evitar pensar en el paralelismo. La vida de un ser humano es mucho mas importante que la una mascota…o no, según se mire. Habrá que esperar a ver cuántos diagnósticos o ingresos dependen de la calculadora de la gestión privada a partir de ahora.
Asco puto.
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miércoles, 24 de octubre de 2012
La princesa y el sapo
Vivo en un mundo en el que las princesas llevan más veneno
dentro que los sapos y los sapos ya no quieren ser príncipes (sí, homenaje). Nunca fui de cuentos, y
es una pena, porque el cuento de tu vida sería digno de contar. Lo que un día
fue un sueño hoy es un chicle sin sabor de tanto mascarlo, y ni siquiera hay
moraleja final con la que quitarnos este mal sabor de boca. Una pena, insisto. Te diría
muchas cosas. Todas, si pudiera. Pero creo que las palabras en ciertas
ocasiones solo son un amasijo de letras que no llegan ni por asomo a lo que
queremos expresar…y por otro lado, en realidad, no serían más que cuentos.
Te diría…te diría que todos somos ese príncipe anónimo
encerrado en una vida que no nos corresponde, ese sapo inútil que croa porque
la evolución le otorgó ese don, sin más, y esa princesa que se debate entre
puta y princesita de boca de fresa según el postor…(creo que esto también es
pura intuición evolutiva). No sé qué es lo que nos lleva a ser uno u otro
personaje del cuento, pero me encantaría, que por una jodida vez, ese cuento
tuviera un final feliz…aunque sea para el autor.
lunes, 1 de octubre de 2012
Reflexiones sobre el 25, 26 y 29S.
Apenas han pasado un par de días desde la última
manifestación ante el Congreso, de hecho todavía puedo leer vagamente en mi
antebrazo el nombre y número de teléfono de la abogada (llamadme exagerada,
pero nunca se sabe…)
El caso es que he asistido a dos de las tres y llevo una
semana devorando febrilmente todo artículo de opinión, reportaje, vídeo o
noticia que hablara del tema.
Según van pasando las horas y la opinión pública se va
olvidando del tema me va quedando una extraña sensación de triunfo y fracaso
que conviven incordiándose en mi cerebro y me obligan a una reflexión.
Sin entrar en la polémica de si “Ocupa el Congreso” era un
nombre apropiado o no, el caso es que desde julio, que es cuando me enteré de
la iniciativa, estuve más que de acuerdo con que podía ser, si no una solución
(no soy tan rubia), sí un paso más y una estupenda iniciativa para poder frenar
este bucle absurdo al que al parecer nos estamos viendo abocados sin remisión.
Las cartas se repartieron rápidamente entre el Gobierno, los
manifestantes, los medios de comunicación y la opinión pública, y el juego
empezó, oficialmente, a principios de septiembre. Me doy cuenta de que ya desde
ahí y por parte de muchos se empezó a desvirtualizar el movimiento: que si era
legal o no, que si una vez más la izquierda radical pretendía reventar nuestro
bienamado estado democrático…pasaban los días y el berrinche de ciertos
sectores del Gobierno ante la imposibilidad de frenar el acto hizo que
perdieran los papeles con aseveraciones como “recuerdo que la última vez que
se rodeó el Congreso fue el 23F”.
Y así llegamos al
fin al 25 de Septiembre: Los que nos unimos a la iniciativa, con un ojo puesto
en Grecia, el otro en Portugal, e Islandia en los corazones; el Gobierno
absolutamente decidido a hacer cumplir las leyes, con o sin sentido, costara lo
que costara; los medios de comunicación ávidos de lo que, sin duda daría para
varios titulares; y la opinión pública dividida entre el “por qué?” y el “para
qué?”.
No quiero ser ilusa.
Fuimos muchos, muchísimos, l@s ciudadan@s que nos presentamos a la hora pactada
para acercarnos todo lo que pudiéramos a un Congreso tan rodeado de vallas que
más bien parecía la frontera de Melilla. No pienso participar en ese patético
baile de números que en toda manifestación hay entre el delegado del gobierno
de turno y los organizadores. Hay miles de fotos, el que tenga tiempo y ganas
que nos cuente.
El caso es…el caso
es que éramos muchísimos…pero no los suficientes. Estoy de acuerdo, mal que me
pese, con los que aseveran que menos de cien mil personas no tienen legitimidad
suficiente para disolver las Cámaras, por supuesto, pero también creo que si
Leónidas hubiera dicho “vámonos, chicos, que los de Jerjes son muchos y nosotros,
después de todo, no tenemos la aprobación del total de Esparta” la historia
sería bien distinta y Zack Snyder no habría rodado “300”.
Pero bueno, esa es otra reflexión….
Lo que ocurrió al
final del 25S y del 29S, desgraciadamente no sorprende a nadie, y es el punto
de inflexión que me ha hecho darle vueltas a este tema: Las famosas cargas
policiales. Creo que la barbarie de los antidisturbios al caer la noche en
ambas manifestaciones se han convertido en un arma de doble filo. Me explico:
el mundo entero no estaría pendiente del movimiento Ocupa el Congreso sin esas
cargas, lo siento, pero es la verdad. Eso facilita las cosas para que se pueda
decir con la voz alta y clara que la represión del Gobierno actual de PP
dignifica a don Francisco Franco y que así, la opinión pública mundial se
apiade de estos simpáticos españoles, tan majos nosotros, y la que nos está
cayendo. Pero por otro lado, el que más pena me da, es que hemos perdido el
norte de lo que en un principio nos trajo hasta aquí. De repente lo único importante es el
conflicto entre manifestantes y antidisturbios. Solo se habla de eso. El viernes en rueda de prensa se comunica (
vagamente, todo hay que decirlo) el golpe demoledor al estado del bienestar que
suponen los presupuestos del 2013 y al día siguiente, el 29S, los protagonistas
de la manifestación son los antidisturbios, no la ciudadanía que se niega en
rotundo a lo que el gobierno está haciendo con nuestro país. Esto me lleva a
dos conclusiones. La primera: al final
va ser una genio, Cifuentes porque con tanto antidisturbios violento ha
conseguido que no se hable de lo importante, que es que el pueblo rodea el
Congreso porque considera que ya no le representa, que no es legítimo, y que no
piensa permitir que siga actuando a sus espaldas. La segunda: si realmente
queremos que algo cambie, por favor, por muy cansados que estemos de que una
manifestación solo suponga salir a pasear sin que valga para nada, tenemos que
estar. Creo que la inmensa mayoría silenciosa de la que se jacta Rajoy debería posicionarse:
el que esté de acuerdo con él, con la clase política que nos gobierna, con
nuestras leyes electorales y su consecuencia directa en la Cámara del Congreso, que se
quede en casa, por supuesto, y juro que le respeto aunque no le entienda . El
que crea que hay que seguir confiando o prefiera no mover las aguas porque
“mejor borracho conocido que alcohólico anónimo” que se quede en casa, por
supuesto también, aunque tampoco le entienda. Pero el resto, todos lo que crean
que así no se sostiene, que no nos representan y que nos están condenando a la
ruina, por favor, que salga a la calle el próximo día, aunque sea en legítima
defensa.
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viernes, 31 de agosto de 2012
Anestesia social
-No me apetece salir de casa. No me apetece ver a nadie. No
me apetece nada.
Así terminó hace unos minutos una pequeña discusión sobre
quién podía ir a hacer la compra esta tarde.
Qué es lo que me pasa? Qué mierda me pasa? Le llevo dando
vueltas un par de días, porque no es normal ni digno de mí, dicho sea de paso.
En teoría todo está bien dentro de lo razonable. La familia bien, gracias, con
mi chico una delicia, e incluso tengo
algún que otro proyecto laboral de cara al otoño. Qué más podría pedir, en los
tiempos que corren?
Y sin embargo no. No arranco. Es verdad que de toda la vida
de Dios el verano me deja en esta suerte de estado-anestesia que odio
profundamente, o lo haría, si no fuera porque el propio estado inhabilita mi
capacidad de odiar o cualquier otra pasión.
Creo que es el aire. En serio. Es lo que se respira. A base
de comerme la prensa día tras día a la espera de un “algo” que indique un nuevo
rumbo a mejor, me he convertido, sin darme cuenta, en una especie de puching
ball emocional al que ya nada le afecta, ni le sorprende. Ni nada.
Y me pregunto si no
será eso lo que pasa al país entero. Si no nos habrán adormilado del todo a
base malas noticias, decretazos, subidas, mentiras, incompetencias y demás,
hasta conseguir que seamos los títeres perfectos de este circo económico-social
del que somos protagonistas pero con condiciones de figuración. Paradoja, que
no chiste.
Y me hago preguntas. Como todos. Pero tampoco es que espere
respuestas, la verdad. O mejor, creo que ya no quiero escuchar respuesta alguna de este interlocutor.
Mañana es uno de septiembre y, o mucho me equivoco, o
entramos en una suerte de tsunami social sin precedentes. Entramos o nos meten
a hostias? (veis, otra de esas preguntas). El caso es…el caso es que ya
estuvimos sumidos en una oscura dictadura, y “la gran pregunta” es si nos vamos a dejar mecer así, en este
estado borreguil mucho más tiempo…porque la anterior, con la tontería, nos duró
cuarenta años.
Particularmente voy a esperar a que una de esas benditas tormentas de fin de verano baje las temperaturas y
al 25S, que con algo de suerte aún no me habré transformado del todo en un
árbol y puede que tenga fuerzas y ganas para cambiar las cosas.
Buenas tardes.
sábado, 5 de mayo de 2012
Micreoexperiencia de Microteatro
Salimos en dos coches de casa de Nach bajo la lluvia y con
el tiempo besándonos el culo. –Subimos por Segovia? –No, mejor tira recto hasta
Plaza de España. En el trayecto hablamos de cualquier cosa menos de las obras,
claro. Que si qué tal el viaje por las américas, que si sigues o no con tal
persona, que si qué mierda de tráfico…pero se palpa en el ambiente. Queda menos
de una hora para el estreno.
Parking. No sé como pero el coche de Nach aparece justo
delante de nuestro y mientras esperamos a que nos dejen pasar, se abren las
ventanillas y asoman cantando no sé que
con cervezas en la mano como hooligans en un estadio. Nos unimos a la
fiesta mientras pienso: ahora es cuando
los del parking se creen que vamos como Alfredo y no nos dejan entrar, verás.
–Mariam, asoma la patita a ver si tu vecino nos deja quedarnos en la planta
vip. Dicho y hecho. Ni cinco minutos después enfilamos Loreto y Chicote
cargados con los distintos bártulos de las tres salas…y ahí está. Microteatro.
Las mariposas aparecen en el estómago. Mariam y yo nos miramos: se nos va a
hacer raro no trabajar juntas ahí dentro, nos reímos. En la puerta ya están Enrique y los Titánic.
Besos, abrazos, una pena no habernos visto ayer en el ensayo general.
Entramos. Y como era de esperar está abarrotado de gente de
lo más variopinta que comenta, ríe bebe, come, espera, saluda, se exhibe…siempre
me pasa que quiero cruzar el espacio lo más rápido posible sin levantar los
ojos del suelo. Me aturulla empezar a encontrar caras conocidas y no saber si
pararme a saludar o simplemente dedicarles una sonrisa. Además estamos a poco
más de media hora del estreno y no quiero desparramar mi energía en una suerte
de acto social que por otro lado, nunca se me ha dado bien. Comienza el juego
de la llave del camerino: -Me la das por favor? –Pregunta en barra. –Me la das
por favor? –La tienen al fondo… Este ritual es siempre el mismo. La buena
noticia es que cuando al fin tienes la llave te has paseado ya tantas veces por
todo el espacio, que ese sentimiento anterior de vergüenza queda olvidado.
Lucía, nuestra madre/sargento. Abrazo sincero de bienvenida. Curiosa, esta
chica, pero se hace querer.
Y ahí estamos todos al fin.
Daf con un bolso donde en realidad cabemos todos, Fer con un traje en la
mano, Arturo con un pivote más grande que él (los otros dos nunca supe quién
los bajó), Jose con las cestitas de barro, Mariam y Aure cargados de bolsas y
yo con un pedazo de césped artificial enrollado. Nach va y viene, ausente
dentro de su eficacia, veloz. Ni me imagino cómo debe estar su cabeza ahora
mismo. No sé bien quién da el primer paso, pero tras unos minutos de estatismo
nervioso, cruzamos la estancia en grupo, y bajamos al camerino. Al camerino,
si, porque solo hay uno.
Esto es algo que hay que vivirlo, que no se puede explicar.
Pretender que diez personas se cambien y maquillen a la vez en una suerte de
trastero abuhardillado en el que, además, se guardan toda clase de muebles, objetos
y vestuarios de las diferentes obras de Microteatro, y por supuesto en
silencio, porque aún hay función a menos de un metro, es de un optimismo rayano
en idealismo. Risas obligadas. –Hay alguna percha? –No tendrás unas tijeras,
verdad? –Tienes algo para la garganta? –Al final no te has traído una camiseta
interior? –No, no, no! No apoyéis nada ahí que están las cestitas de barro! –Eh,
chicas, Aure está desnudo!…son
pinceladas que se escuchan a media voz mientras de fondo y como letanía
constante están los distintos pases de texto susurrados, como si fueran
rosarios. En un momento dado nos cruzamos por un lado Daf y Fer, y por el otro
Mariam y yo y empezamos a repasar texto de Freddy y Carrie...aun nos acordamos.
Nostalgia.
Rui, Nach y Enrique, conscientes de que poco más pueden
hacer hasta que se abran las salas, pululan dando ánimos.
Se liberan las salas. Quince minutos. Vértigo.
En un caos disciplinado y bajo las órdenes de Lucía
trasladamos nuestros enseres a las cuatro salas. Menos de diez minutos. Hacen
falta luces no sé si en la tres o en la cuatro. En la uno no tenemos alfombras
y sobran taburetes.-Alguien nos puede traer algo de agua? –El espejo de la dos!
–Aure, chequea las músicas, por favor…Cinco minutos. Los directores les dan
ánimos a los suyos. A disfrutar, chicos, que esto está hecho. Dos minutos.
Todos nos cruzamos con todos dándonos fuerzas, creando esa energía común. Cruzo
una mirada con Fer, como quiero a este niño, coño. Un minuto. Cada cual en su
sala. Otro abrazo, un “vamos!” . No veo a los demás pero sé exactamente lo que
están haciendo y sintiendo. Treinta segundos. Me falta algo… abro la puerta de
la uno: Mucha mierdaaaaaaa!!!! Mamáaaaa!!!! Se abren a la vez las otras tres al
grito de Taxiiiiii!!!! Mamaaaaaaa!!! Cerramos todas a la vez. Respiro. Bebo un
buche de agua y me arrodillo en el suelo con los ojos cerrados. –Sala
unoooooo!!! escucho lejos. Vuelvo a suspirar y comienzo a trabajar el barro.
Estrenamos.
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