– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

viernes, 31 de agosto de 2012

Anestesia social





-No me apetece salir de casa. No me apetece ver a nadie. No me apetece nada.
Así terminó hace unos minutos una pequeña discusión sobre quién podía ir a hacer la compra esta tarde.
Qué es lo que me pasa? Qué mierda me pasa? Le llevo dando vueltas un par de días, porque no es normal ni digno de mí, dicho sea de paso. En teoría todo está bien dentro de lo razonable. La familia bien, gracias, con mi chico una delicia, e  incluso tengo algún que otro proyecto laboral de cara al otoño. Qué más podría pedir, en los tiempos que corren?
Y sin embargo no. No arranco. Es verdad que de toda la vida de Dios el verano me deja en esta suerte de estado-anestesia que odio profundamente, o lo haría, si no fuera porque el propio estado inhabilita mi capacidad de odiar o cualquier otra pasión.
Creo que es el aire. En serio. Es lo que se respira. A base de comerme la prensa día tras día a la espera de un “algo” que indique un nuevo rumbo a mejor, me he convertido, sin darme cuenta, en una especie de puching ball emocional al que ya nada le afecta, ni le sorprende. Ni nada.
 Y me pregunto si no será eso lo que pasa al país entero. Si no nos habrán adormilado del todo a base malas noticias, decretazos, subidas, mentiras, incompetencias y demás, hasta conseguir que seamos los títeres perfectos de este circo económico-social del que somos protagonistas pero con condiciones de figuración. Paradoja, que no chiste.
Y me hago preguntas. Como todos. Pero tampoco es que espere respuestas, la verdad. O mejor, creo que ya no quiero escuchar  respuesta alguna de este interlocutor.
Mañana es uno de septiembre y, o mucho me equivoco, o entramos en una suerte de tsunami social sin precedentes. Entramos o nos meten a hostias? (veis, otra de esas preguntas). El caso es…el caso es que ya estuvimos sumidos en una oscura dictadura, y “la gran pregunta”  es si nos vamos a dejar mecer así, en este estado borreguil mucho más tiempo…porque la anterior, con la tontería, nos duró cuarenta años.
Particularmente voy a esperar a que una de esas benditas tormentas de fin de verano  baje las temperaturas y al 25S, que con algo de suerte aún no me habré transformado del todo en un árbol y puede que tenga fuerzas y ganas para cambiar las cosas.
Buenas tardes.