– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

miércoles, 24 de octubre de 2012

La princesa y el sapo




Vivo en un mundo en el que las princesas llevan más veneno dentro que los sapos y los sapos ya no quieren ser príncipes (sí, homenaje). Nunca fui de cuentos, y es una pena, porque el cuento de tu vida sería digno de contar. Lo que un día fue un sueño hoy es un chicle sin sabor de tanto mascarlo, y ni siquiera hay moraleja final con la que quitarnos este mal sabor de boca. Una pena, insisto. Te diría muchas cosas. Todas, si pudiera. Pero creo que las palabras en ciertas ocasiones solo son un amasijo de letras que no llegan ni por asomo a lo que queremos expresar…y por otro lado, en realidad, no serían más que cuentos.
Te diría…te diría que todos somos ese príncipe anónimo encerrado en una vida que no nos corresponde, ese sapo inútil que croa porque la evolución le otorgó ese don, sin más, y esa princesa que se debate entre puta y princesita de boca de fresa según el postor…(creo que esto también es pura intuición evolutiva). No sé qué es lo que nos lleva a ser uno u otro personaje del cuento, pero me encantaría, que por una jodida vez, ese cuento tuviera un final feliz…aunque sea para el autor.

lunes, 1 de octubre de 2012

Reflexiones sobre el 25, 26 y 29S.




 Apenas han pasado un par de días desde la última manifestación ante el Congreso, de hecho todavía puedo leer vagamente en mi antebrazo el nombre y número de teléfono de la abogada (llamadme exagerada, pero nunca se sabe…)
El caso es que he asistido a dos de las tres y llevo una semana devorando febrilmente todo artículo de opinión, reportaje, vídeo o noticia que hablara del tema.
Según van pasando las horas y la opinión pública se va olvidando del tema me va quedando una extraña sensación de triunfo y fracaso que conviven incordiándose en mi cerebro y me obligan a una reflexión.
Sin entrar en la polémica de si “Ocupa el Congreso” era un nombre apropiado o no, el caso es que desde julio, que es cuando me enteré de la iniciativa, estuve más que de acuerdo con que podía ser, si no una solución (no soy tan rubia), sí un paso más y una estupenda iniciativa para poder frenar este bucle absurdo al que al parecer nos estamos viendo abocados sin remisión.
Las cartas se repartieron rápidamente entre el Gobierno, los manifestantes, los medios de comunicación y la opinión pública, y el juego empezó, oficialmente, a principios de septiembre. Me doy cuenta de que ya desde ahí y por parte de muchos se empezó a desvirtualizar el movimiento: que si era legal o no, que si una vez más la izquierda radical pretendía reventar nuestro bienamado estado democrático…pasaban los días y el berrinche de ciertos sectores del Gobierno ante la imposibilidad de frenar el acto hizo que perdieran los papeles con aseveraciones como “recuerdo que la última vez que se rodeó el Congreso fue el 23F”.
Y así llegamos al fin al 25 de Septiembre: Los que nos unimos a la iniciativa, con un ojo puesto en Grecia, el otro en Portugal, e Islandia en los corazones; el Gobierno absolutamente decidido a hacer cumplir las leyes, con o sin sentido, costara lo que costara; los medios de comunicación ávidos de lo que, sin duda daría para varios titulares; y la opinión pública dividida entre el “por qué?” y el “para qué?”.
No quiero ser ilusa. Fuimos muchos, muchísimos, l@s ciudadan@s que nos presentamos a la hora pactada para acercarnos todo lo que pudiéramos a un Congreso tan rodeado de vallas que más bien parecía la frontera de Melilla. No pienso participar en ese patético baile de números que en toda manifestación hay entre el delegado del gobierno de turno y los organizadores. Hay miles de fotos, el que tenga tiempo y ganas que nos cuente.
El caso es…el caso es que éramos muchísimos…pero no los suficientes. Estoy de acuerdo, mal que me pese, con los que aseveran que menos de cien mil personas no tienen legitimidad suficiente para disolver las Cámaras, por supuesto, pero también creo que si Leónidas hubiera dicho “vámonos, chicos, que los de Jerjes son muchos y nosotros, después de todo, no tenemos la aprobación del total de Esparta” la historia sería bien distinta y  Zack Snyder no habría rodado “300”. Pero bueno, esa es otra reflexión….
Lo que ocurrió al final del 25S y del 29S, desgraciadamente no sorprende a nadie, y es el punto de inflexión que me ha hecho darle vueltas a este tema: Las famosas cargas policiales. Creo que la barbarie de los antidisturbios al caer la noche en ambas manifestaciones se han convertido en un arma de doble filo. Me explico: el mundo entero no estaría pendiente del movimiento Ocupa el Congreso sin esas cargas, lo siento, pero es la verdad. Eso facilita las cosas para que se pueda decir con la voz alta y clara que la represión del Gobierno actual de PP dignifica a don Francisco Franco y que así, la opinión pública mundial se apiade de estos simpáticos españoles, tan majos nosotros, y la que nos está cayendo. Pero por otro lado, el que más pena me da, es que hemos perdido el norte de lo que en un principio nos trajo hasta aquí.  De repente lo único importante es el conflicto entre manifestantes y antidisturbios. Solo se habla de eso.  El viernes en rueda de prensa se comunica ( vagamente, todo hay que decirlo) el golpe demoledor al estado del bienestar que suponen los presupuestos del 2013 y al día siguiente, el 29S, los protagonistas de la manifestación son los antidisturbios, no la ciudadanía que se niega en rotundo a lo que el gobierno está haciendo con nuestro país. Esto me lleva a dos conclusiones.  La primera: al final va ser una genio, Cifuentes porque con tanto antidisturbios violento ha conseguido que no se hable de lo importante, que es que el pueblo rodea el Congreso porque considera que ya no le representa, que no es legítimo, y que no piensa permitir que siga actuando a sus espaldas. La segunda: si realmente queremos que algo cambie, por favor, por muy cansados que estemos de que una manifestación solo suponga salir a pasear sin que valga para nada, tenemos que estar. Creo que la inmensa mayoría silenciosa de la que se jacta Rajoy debería posicionarse: el que esté de acuerdo con él, con la clase política que nos gobierna, con nuestras leyes electorales y su consecuencia directa en la Cámara del Congreso, que se quede en casa, por supuesto, y juro que le respeto aunque no le entienda . El que crea que hay que seguir confiando o prefiera no mover las aguas porque “mejor borracho conocido que alcohólico anónimo” que se quede en casa, por supuesto también, aunque tampoco le entienda. Pero el resto, todos lo que crean que así no se sostiene, que no nos representan y que nos están condenando a la ruina, por favor, que salga a la calle el próximo día, aunque sea en legítima defensa.