Creo que toda mujer debería, al menos una vez en su vida, pasar por una sesión profesional de fotos para una editorial. Pero con todo: un gran fotógrafo, las luces, el maquillaje, peluquería, estilista...y por supuesto los retoques finales de photoshop.
Que no se me malinterprete, por favor,
no lo digo para que puedan sentirse “princesas por un día” ni
ninguna mandanga de esas, lo digo porque creo que solo así, viéndose
sin ser capaces de reconocerse a ellas mismas, podrán entender y
asumir de verdad hasta qué punto es todo una ficción, y de esta
manera, tal vez podrían sentirse liberadas de la presión que supone
intentar parecerte a ese modelo a seguir, cuando no es siquiera real.
Las actrices, modelos y cantantes que
aparecen en las distintas revistas o anuncian determinadas marcas
saben de sobra de qué va el juego, saben que es una ficción, una
irrealidad con la que se vende, publicita o promociona algo (aunque
sea simplemente a su propia persona). No voy a hablar de los abusos
del retoque por ordenador que han denunciado (y con toda razón)
varias compañeras últimamente, no creo que haga falta, pero sí
creo necesario que quede muy clarito que, incluso sin esas
aberraciones, sigue siendo una ilusión.
Es triste que a día de hoy, lo que ya
debería ser una obviedad, siga sin serlo. Es triste comprobar que
tantísimas mujeres se ven frustradas por no tener ese pelazo, o esa
piel tan tersa (con independecia de la edad), esa mirada rasgada, o
esa cinturita de avispa. Es la zanahoria, queridas! ¿O alguna vez en
vuestras vidas la hamburguesa de la marca en cuestión se ha parecido
mínimamente a la del anuncio?
No me meto con la industria, ni con los
productos, pero insisto en que si toda mujer pasara por ahí,
respiraría mucho más tranquila, sería mucho más libre, y mucho
más feliz, que a fin de cuenta ES DE LO QUE SE TRATA.
Nos pasa lo mismo que al pobre
rinoceronte de la viñeta...un unicornio es hermoso, hermosísimo,
por supuesto...pero el hecho es...que no existe.
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