-No me apetece salir de casa. No me apetece ver a nadie. No
me apetece nada.
Así terminó hace unos minutos una pequeña discusión sobre
quién podía ir a hacer la compra esta tarde.
Qué es lo que me pasa? Qué mierda me pasa? Le llevo dando
vueltas un par de días, porque no es normal ni digno de mí, dicho sea de paso.
En teoría todo está bien dentro de lo razonable. La familia bien, gracias, con
mi chico una delicia, e incluso tengo
algún que otro proyecto laboral de cara al otoño. Qué más podría pedir, en los
tiempos que corren?
Y sin embargo no. No arranco. Es verdad que de toda la vida
de Dios el verano me deja en esta suerte de estado-anestesia que odio
profundamente, o lo haría, si no fuera porque el propio estado inhabilita mi
capacidad de odiar o cualquier otra pasión.
Creo que es el aire. En serio. Es lo que se respira. A base
de comerme la prensa día tras día a la espera de un “algo” que indique un nuevo
rumbo a mejor, me he convertido, sin darme cuenta, en una especie de puching
ball emocional al que ya nada le afecta, ni le sorprende. Ni nada.
Y me pregunto si no
será eso lo que pasa al país entero. Si no nos habrán adormilado del todo a
base malas noticias, decretazos, subidas, mentiras, incompetencias y demás,
hasta conseguir que seamos los títeres perfectos de este circo económico-social
del que somos protagonistas pero con condiciones de figuración. Paradoja, que
no chiste.
Y me hago preguntas. Como todos. Pero tampoco es que espere
respuestas, la verdad. O mejor, creo que ya no quiero escuchar respuesta alguna de este interlocutor.
Mañana es uno de septiembre y, o mucho me equivoco, o
entramos en una suerte de tsunami social sin precedentes. Entramos o nos meten
a hostias? (veis, otra de esas preguntas). El caso es…el caso es que ya
estuvimos sumidos en una oscura dictadura, y “la gran pregunta” es si nos vamos a dejar mecer así, en este
estado borreguil mucho más tiempo…porque la anterior, con la tontería, nos duró
cuarenta años.
Particularmente voy a esperar a que una de esas benditas tormentas de fin de verano baje las temperaturas y
al 25S, que con algo de suerte aún no me habré transformado del todo en un
árbol y puede que tenga fuerzas y ganas para cambiar las cosas.
Buenas tardes.
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