Sonidos de feria, la niña que llora porque no hay patatas, el sol, un té, un delfín que gira y gira colgado de la cola mientras el mono verde sonríe tontamente y la amiga de Cárol me regala un tímido “a ver si quedamos y cenamos en mi casa…”. La tarde respira simpatía, y el que no camina con ritmo suave, permanece despistado en su modélica sillita blanca. Satisfecho.
El viento sopla con fuerza y me trae el olor de cualquier cosa hecha en aceite, y los restos de un polen perezoso que se desprende de un árbol a regañadientes.
Lo próximo serán las hojas.
2 comentarios:
No me gusta el verano. Mejor el invierno en cama. Y la feria... un tostazo.
Escribes muy bién, en serio.
Muchísimas gracias Erik. Yo también soy más de invierno...en general.
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