– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

domingo, 31 de marzo de 2013

Una Historia de Amor y Miedo




Cuanto más conoces a alguien más difícil es que te sorprenda: de la gente a la que amo sé cómo respiran, caminan, sonríen, ironizan y se enfadan, por lo que leyéndoles o viéndoles en un escenario puedo reconocer su talento, pero muy pocas veces encontrarme con gestos o energías que no reconozco.
Ayer ocurrió.
Leí hace muchos meses una primera versión de “Una Historia de Amor y Miedo” y lo primero que pensé fue que era con diferencia, el mejor texto que había escrito Nacho. Era delirante, divertido, friki, de ritmo vertiginoso y guiños constantes al cine: muy de Nacho, vamos. Pero esta vez había dado un paso más, de repente todo eso estaba cargado de una profundidad y un existencialismo que hasta la fecha no le había leído. Muy sutil, eso sí, como un ruido sordo apenas perceptible pero que está de manera constante en el conjunto.  En “Una Historia de Amor y Miedo” Nacho López, con dos cojones, decide revisar “La Divina Comedia” de Dante, mezclándola con “Matrix”, “La Guerra de las Galaxias”, el mundo de Marvel, “Alicia en el País de las Maravillas” y cómo no, una comedia romántica (que Nacho es muy de comedias románticas aunque sea para negarlas). El resultado es una hora y cuarto en la que te parte el cerebro por la mitad y obliga a tus neuronas a dar piruetas de saltimbanqui para seguirle en tan delirante viaje entre carcajadas. Muy fan.
No es casualidad que Fernando Andina y Dafne Fernández completen el reparto. Ni mucho menos. Será por amigos actores…pero es que tenían que ser ellos. Ni yo, y mira que los conozco, esperaba que Fer y Daf se transformaran sin ningún tipo de pudor para deleitarnos con esos personajes que a priori, nada tienen que ver con ellos, o mejor dicho, con lo que solemos ver de ellos. Fernando construye un personaje elegante (como siempre, que es algo que este chico lleva muy dentro) pero irreverente, lascivo, abierto y sobre todo muy muy gamberro: una mezcla de Alan Rickman y David Bowie al que no puedes dejar de mirar porque es todo magnetismo. Por otro lado, que Dafne tenga cara, cuerpo y voz de ángel creo que no sorprende a nadie. Te la quieres comer e invitarla a un algodón de azúcar cuando trabaja con esa ternura e ingenuidad que tan bien sabe manejar…pero es que de repente todo eso se transforma de una forma muy sutil y, sin que sepas cuándo ha sido, tienes delante a alguien a quien no reconoces, a un hombre con el alma muy cargada y la mirada muy oscura. Nacho por su parte se reserva para él un galán de alta comedia de siglo XXI lleno de ternura, y lo borda, claro, porque él es así: un superhéroe encerrado en una comedia romántica, o un galán en el universo de Marvel…o las dos cosas. 
Entre los tres logran que me pregunte: ¿quiénes somos?, ¿qué hacemos con nuestras vidas? ¿qué es el amor? ¿y el miedo? pero de una forma liviana, fácil y divertida...
No me pude reír más, no lo pude pasar mejor, y no puedo estar más orgullosa de la gente a la amo.
Muchas gracias, amigos…y larga vida al teatro!

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