– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

domingo, 24 de febrero de 2013

¿Antisistema? Sí, y a mucha honra.

                                                             

                    "Todos marcados a fuego como dóciles corderos"
                                              Canción Protesta, La Cabra Mecánica

 Pues… ¿qué queréis que os diga? Escuchar que nuestra impresentable delegada del Gobierno, doña Cristina Cifuentes, se felicita por la ejemplaridad de las manifestaciones de ayer sábado, me ratifica en la idea de que salir a pasear por el centro de Madrid los fines de semana ya no sirve absolutamente de nada. Puede que sea una manera sana y bonita de desahogarnos, pero no de cambiar las cosas. Y ojo, que sí que creo en las movilizaciones ciudadanas: si la PAH ha logrado paralizar tantos desahucios (y que yo sepa escribir bien esta palabra) no ha sido por paseos con pancartas los sábados por la tarde,  ha sido (y es)  por estar presente en cada uno de los desahucios enfrentándose a lo que haga falta. Cada vez tengo más presente una frase que se mueve mucho por las redes: “Si manifestarse sirviera para algo estaría prohibido”. Pero es que además, nuestra clase política, la que nos gobierna, está tan asfixiada con su propia mierda y tan enculada por el BCE, Merkel, la Troika, y la madre que los parió a todos, que ni quiere ni puede escuchar al pueblo. Si España fuera Islandia manifestaciones como la de ayer servirían para que los gobernantes flexionen y depongan su actitud...y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta. Que me perdonen los cientos de personas que se ha dejado la piel en la organización del 23F, que me perdonen los miles de ciudadanos que salieron a la calle. Les respeto profundamente y por supuesto comparto sus quejas, pero insisto:  el Gobierno nos ha demostrado en más de una ocasión que ya no sirve de nada.
Y que quede claro que no escribo esta reflexión por estar desencantada y vencida. Ni de lejos. Lo que ocurre es que estoy ya muy cansada de salir a la calle para volver a casa pasadas unas horas, ronca de tanto gritar,  y pensar: ¿y ahora qué? Lo que ocurre es que las circunstancias actuales me han desalineado los chakras por encima de mis posibilidades y me empujan a ser cada vez más radical en los planteamientos: Desobediencia civil ante leyes injustas que expolian al pueblo (que manda cojones que sea el eslabón más débil de la cadena cuando de hecho, es el motor, pero bueno),  insumisión fiscal hasta que la panda de corruptos devuelvan lo que es nuestro y empiecen a pagar la parte proporcional que les corresponde, y desacato ante una policía cómplice que como buen perro se niega a morder la mano del que le da de comer y contra toda lógica prefiere morder a su propia manada. Ninguna de estas ideas es nueva, y evidentemente ninguna es mía, pero creo que son indispensables para poder empezar a cambiar las cosas. ¿Antisistema? Viendo el sistema actual, sí. Y a mucha honra.

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