– Dígame una última cosa -pidió Harry-. ¿Esto es real? ¿O está pasando sólo dentro de mi cabeza?
(…)
-Claro que está pasando dentro de tu cabeza, Harry, pero ¿por qué iba a significar eso que no es real?

– Conversación Harry y Dumbledore
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte
(Cap. 35, Pag. 607)

martes, 22 de enero de 2013

Usted puede contar conmigo...




Sí. Era de esas que estaba anestesiada. De esas que vivía tranquila en mi mundito piruleta porque, aparentemente, todo iba bien. Reconozco que de vez en cuando oía muy lejana alguna voz que intentaba decirme que no, que era mentira, pero prefería obviarla porque sonaba estridente y por qué no reconocerlo, molesta. Ha tenido que venir ya no un lobo, sino una jauría salvaje para que abriera los ojos. Y ahora, luchando contra ellos en plena noche y con apenas un fósforo a modo de antorcha, me acuerdo de esos miles de Pedros anónimos que me lo quisieron advertir.
Y es que nunca hubo un estado del bienestar real. No para todos, aunque todos los que vivíamos sumidos en él quisiéramos pensar que sí…o que igual no, vale, pero pequeñas injusticias aisladas tampoco eran para tanto, ¿no?
No quiero volver atrás. No podemos ser una sociedad evolucionada si no atendemos a todas las voces, aunque suene a tópico new age trasnochado.  Son tiempos de cambio. Renovarse o morir, no nos queda otra. Ya hemos asumido que el sistema está podrido y no voy a entrar en quienes son los culpables, porque si hago un ejercicio real de reflexión probablemente llegue horrorizada y con la cara colorada a la conclusión que yo también soy culpable, aunque sea por sordera parcial.
Creo que ahora se trata de terminar de tumbar este modelo rancio y caduco de sociedad (de repente me viene a la cabeza L´Estaca, de Lluis LLach) y de empezar a construir uno nuevo en el que de verdad palabras como justicia, igualdad  y solidaridad tengan sentido. Es en defensa propia. Es la única salida. Por mi parte procuraré estar despierta y atenta para empezar el viaje sin dejar a nadie atrás por el camino.

Y a todas esas voces que en su día me gritaron para avisarme de su sufrimiento o para hacerme ver la que se nos venía encima les doy las gracias, pero sobre todo les pido perdón, de verdad, por no haber escuchado.  Para todas ellas van estos versos de Benedetti:  ”Usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos, ni hasta diez, sino contar conmigo”…ya sabéis a qué me refiero, ¿verdad?